La Nación - 28 de septiembre de 2018

Hace unos años, la mamá de Agustina Ramos Mejía tuvo un ACV. En ese momento estaba en su casa con otra de sus hijas, médica, que de inmediato comenzó las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y logró mantenerla con vida hasta que llegó la ambulancia. «Desde entonces nunca dejé de preguntarme qué hubiera pasado si era yo la que estaba con ella», cuenta Agustina, para agregar con un suspiro: «Hubiera salido corriendo a pedir ayuda, y en el proceso se hubiera muerto».